lunes, 10 de mayo de 2010

COSTUMBRISMO Y GRATÍSIMOS RECUERDOS: EL BARRIO SAN JOSÉ

COSTUMBRISMO Y GRATÍSIMOS RECUERDOS: EL BARRIO SAN JOSÉ

(Tomado del libro Manizales de Ayer y de Hoy de Guillermo Ceballos Espinosa)



Recordemos la vida, las costumbres y los habitantes del barrio San José, donde nacimos y nos criamos, hasta finales de la década de los años treinta, cuando culminó la gran reconstrucción provocada por los pavorosos incendios de 1925 y 1926, época que transformó actividades, imagen y economía de la capital caldense, e impuso una severa remodelación del relieve y sustancial reconstrucción urbana, aunque a nuestro querido barrio no llegaron las crueles llamas.

Era el más tranquilo, progresista y amañador sector residencial de Manizales. Allí funcionaban la Escuela Normal de Señoritas en la época dorada de la señorita Margarita Arbeláez; la escuela de Niños que dirigía don Emilio Tirado; la Escuela de Artes y Oficios donde hoy funciona el Instituto Manizales y el colegio Cooperativo; al frente la moderna escuela Modelo, hoy Sagrado Corazón; el cómodo Asilo de Beneficencia dirigido por la inolvidable madre Dionisia; el bello templo de San José y la comunidad de los jesuitas; la Cruz Roja con acogedora capilla y buena sala cuna; enseguida se estableció, pasado el incendio, el primer Cuerpo de Bomberos que tuvo la ciudad. La fábrica de Chocolate Luker y la de Chocolate Valencia; la primera fábrica de excusados que hubo en Colombia, industria casera de don Tomás Osorio, con material de cemento, que hoy llaman sanitarios y se diferencian por su elegante acabado; El Telar que era una fábrica de costales a la cuadra del parque; los tirados con corozos de las Ceballos cuya sabrosura no ha sido superada, industrias éstas que eran de carácter familiar.

Un poco más retirados, pero en el mismo sector, estaban el Matadero Municipal, el Corral de Ferias, la Cárcel, los excusados públicos (servicios que no posee hoy la gran urbe), y hasta las damiselas encantadoras, en el extremo norte llamado “La Avanzada” con los más acreditados coreográficos que propiciaban el baile, la música con típicas orquestas, la alegría y la pasión varonil bajo severo control oficial para no afectar en materia grave el señorío y la tranquilidad de las familias.

Históricamente el sitio del parque se denominó primero Plazuela del Mico, luego parque de Colón y cuando se construyó la iglesia, se cerró el jardín con artística verja de hierro y se dotó de bonito kiosco para las retretas de la Banda González, se siguió llamando San José tanto el parque como al barrio que se acogió a la advocación del santo.

Siguiendo el rodeo del marco de la plaza, buen surtido de muchachos y muchachas que integraban los juegos callejeros y los corrillos del parque, eran los Robledo de don Obdulio, los Gómez de don Hipólito, las Arcila del maestro dibujante don Elías donde había unas muchachas muy lindas; los Vargas Hernández de don Antonio y doña “Tensia”, los Valencia de don Marco con su fábrica de Chocolate Valencia que aromaba gratamente el contorno, las Arias de don Francisco que allí viven desde 1912.

Nos contaba don Pacho que en el incendio de 1925 se quemó su café Sport Club que quedaba al frente del actual Osiris, y que al acercarse a los bajos de don Alejandro Gutiérrez donde estaban repartiendo ayudas a los damnificados, le regalaron un gajo de plátanos.

Recordemos también a los Salazar. Mucho entronque cívico y social mantenían los Londoño de don Eliodoro (don Lolo), fieles al barrio hasta su muerte, cuyos nombre eran: Rosa María, Pastora, Cecilia, Josefina, Lolo, Francisco, Elías, Pablo, dueños de la mejor abundancia del sector, “La Bodega”, donde surtían de todo, con una buena trilladora y que además del servicio mayoritario, trillaba a los vecinos que lo solicitaran el maíz diario para la mazamorra y las arepas. De sus balcones escuchamos de niños los primeros discursos políticos en las manifestaciones que los liberales acostumbraban realizar ante el busto de Uribe Uribe colocado al frente dentro del parque.

Recordemos, por ejemplo, la novelería y el discurso de la revolucionaria María Cano cuando entró por el camino de Neira procedente de Medellín en gira nacional. Otras distinguidas familias que vivieron frente al parque de San José desde hace más de ochenta años, son la de don Nicasio Ángel. En su amplio caserón solariego situado en la esquina de la carrera 16 con calle 26, enseguida de las Londoño aún permanecen Mercedes, Elvira y Aníbal. En los bajos había otra bien surtida tienda, agradable sesteadero de los muchachos por sus variados mecatos, sirope, frutas, génovas, cañas, borrachos, tirados, liberales, corozos, etc. En los bajos de los bajos de la casa de don Nicasio, como decíamos los vecinos, por la carrera, comprábamos el carbón del páramo, combustible que se usaba en todas las cocinas con sus fogones de leña. Todavía existe allí la venta de carbón con el nombre de “Carbonería El Roble” que constituye un típico recuerdo del viejo Manizales.

Desde muy niños aprendimos a convivir con las retretas galantes que la Banda González, llamada así porque la mayoría de sus integrantes eran parientes de ese apellido, dirigida por el maestro Pacho González, ejecutaba semanalmente en el parque y que constituía el mejor atractivo social y artístico de la ciudad. Los González, todos habitantes de San José, constituyen el mayor ejemplo de familia musical de Caldas. 

Cómo olvidar aquel lluvioso día de marzo de 1931 cuando varias familias amigas de la de los Quintero que vivían a pocos pasos de la esquina del parque, por el camino que sirvió de entrada a los fundadores antioqueños, fuimos hasta “La Tolda” unas cuadras más adelante del puente de Olivares a encontrar a Gonzalo que bien enruanado y cubierta la cabeza con sombrero de fieltro escurrido por la lluvia, mal jinete en buena mula, venía de París especializado en pintura y escultura. Era el primer becario manizaleño graduado en Europa. La llegada del artista amplió el ambiente estético que había iniciado en el barrio el maestro Arcila, profesor de dibujo de escuelas y colegios hasta el 11 de noviembre de 1931, cuando con la colaboración de los artistas José Manuel Cardona y Alberto Arango Uribe, se iniciaron las clases en el Círculo de Bellas Artes, origen de la actual facultad, bajo la dirección del maestro Gonzalo Quintero, en los cobertizos de guadua que el municipio poseía en la actual falda de La Patria. La mayoría de los primeros alumnos era del barrio San José, y de las primeras “cochadas” surgieron verdaderas lumbreras nacionales del arte.

Citemos como ejemplo algunos de nuestros compañeros del barrio: Guillermo Botero, el gran escultor; Merino, el famoso caricaturista de El Espectador; Alberto Pino, dibujante de gran fama nacional; Juan González, otro artista de renombre; Jaime Valencia destacado escultor, profesor de la actual Facultad de Bellas Artes.

Por su calle de “La Avanzada” entraron a pie limpio, con alpargates y sobre mansos bueyes y mulas, las familias emigrantes del norte y todo el comercio de ida y de regreso con la madre Antioquia. Fue el camino natural de la colonización, que sustituyó muy pronto al de la Cuchilla del Salado.

Eran amplias las casas, de una o dos plantas construidas con guaduas, tejas de barro, cagajón y cal; dotadas de espaciosos solares, huertas, árboles frutales donde dormían numerosas gallinas, con música de tiples parranderos y diálogos de vacas y becerros. La vida transcurría plácidamente especialmente para los muchachos que disfrutábamos de montes y quebradas vecinas, de las casas de todos “los de la barra” y de ese bello parque encerrado en artísticas verjas de hierro donde se celebraban las festivas retretas de los martes con asistencia de toda la sociedad manizaleña, y que era el mejor conseguidero de las novias más hermosas del mundo.


Tomado de:


http://smpmanizales.blogspot.com/2010/10/revista-civismo-n-444-julio-agosto.html

1 comentario:

  1. Muy buen articulo vive en el barrio San Jose cerca de 19 años y hay cosas que no sabia del barrio.

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